Algunas cosas que agradecer antes de comenzar con las listas de lo mejor del 2008.
Gracias a los hermanos Coen por esa constante agudeza reflejada en dos magníficos guiones: No Country For Old Men y Burn After Reading. Gracias a Woody Allen, por la facilidad narrativa que tiene para desnudar sicológicamente a sus personajes y enfrentarlos con verdaderos problemas existenciales (Vicky Cristina Barcelona, Cassandra's Dream). Gracias a Harold Pinter por hacer de su adaptación moderna de Sleuth un incesante intercambio de réplicas que constituye uno de los diálogos más exquisitos del año.
Gracias a los rumanos Corneliu Porumboiu y Cristian Mungiu. Al primero por ofrecer de manera simple pero espléndidamente ingeniosa una reflexión sobre la revolución rumana de 1989, en 12:08 al Este de Bucarest. Al segundo, por sumergirnos con su cámara en el terror emocional y la angustia que por días acechó a dos jóvenes mujeres en 4 meses, 3 semanas y 2 Días.
Gracias a los franceses. A Marjanne, de Persepolis, por contarnos su exilio adolescente y a su abuela por sus flores de jazmín. A Serge Bozon y su Francia anacrónica, pseudo-musical. A Karin Viard por ese retrato de editora emocionalmente inestable que se deja seducir en Les Ambitieux. A Eric Rohmer por su historia shakesperiana de ninfas y un enamorado andrógino encarnado en un bellísimo Céladon.
Gracias a Doris Dörrie y sus orientales Flores del Cerezo, a Nuri Bilge Ceylan y a Anton Corbijn por sus bellas y catastróficas obras: Tres Monos y Control.
Gracias a Fernando Eimbcke y Alexis Zabé por esa joya visual que es Lake Tahoe. A Rodrigo Plá por ilustrar de dos distintas maneras la impulsiva ceguera social mexicana en La Zona y Desierto Adentro. A Rubén Imaz por su inesperada Familia Tortuga, que vale para una auténtica reflexión, con una actuación destacable de José Ángel Bichir. A Julián Hernández por hacernos ansiar Rabioso Sol, Rabioso Cielo tras ver Bramadero. A Ernesto Contreras por esa brillante sutileza mostrada en Párpados Azules.
Gracias a los quienes se lanzaron a realizar musicales, un género siempre complejo que a pocos complace. A Tim Burton, por su oscuramente hermosa Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street. A Julie Walters, Christine Baranski y Meryl Streep por hacer de Mamma Mia! el bodrío más divertido del año. Gracias a Kenny Ortega por dejarnos disfrutar en pantalla grande de un High School Musical, a pesar de todo. Gracias al francés Alex Beaupain por sus melodías y letras en Les Chansons d'Amour, que permanecen, tan melancólicas.
Gracias a esos compositores que produjeron orgasmos musicales. A Jonny Greenwood por su siniestra banda sonora en There Will Be Blood. A James Newton Howard y Hanz Zimmer por los estruendos orquestados que diseñaron para The Dark Knight. A Thomas Newman, sin cuya música, Wall•E no hubiera sido lo mismo. A Dario Marianelli por la fascinante partitura que escribió para Atonement.
Gracias a Baz Luhrmann por arriesgarse tanto – demasiado – y transportarnos, entre géneros cinematográficos, a través de una Australia que bien recuerda lo mismo a un documental de National Geographic que al drama épico Lo Que el Viento Se Llevó. Gracias a Ang Lee por ese thriller erótico que es Lust, Caution, interpretado por un elenco impecable. Gracias a Wong Kar Wai por dejar aflorar al romanticismo tras esa larga travesía filmada en My Blueberry Nights.
Gracias a Julian Schnabel por recordarnos que la imaginación y la memoria son dos medios para eludir nuestra escafandra y tal vez convertirnos en mariposa.
Gracias a los hermanos Coen por esa constante agudeza reflejada en dos magníficos guiones: No Country For Old Men y Burn After Reading. Gracias a Woody Allen, por la facilidad narrativa que tiene para desnudar sicológicamente a sus personajes y enfrentarlos con verdaderos problemas existenciales (Vicky Cristina Barcelona, Cassandra's Dream). Gracias a Harold Pinter por hacer de su adaptación moderna de Sleuth un incesante intercambio de réplicas que constituye uno de los diálogos más exquisitos del año.
Gracias a los rumanos Corneliu Porumboiu y Cristian Mungiu. Al primero por ofrecer de manera simple pero espléndidamente ingeniosa una reflexión sobre la revolución rumana de 1989, en 12:08 al Este de Bucarest. Al segundo, por sumergirnos con su cámara en el terror emocional y la angustia que por días acechó a dos jóvenes mujeres en 4 meses, 3 semanas y 2 Días.
Gracias a los franceses. A Marjanne, de Persepolis, por contarnos su exilio adolescente y a su abuela por sus flores de jazmín. A Serge Bozon y su Francia anacrónica, pseudo-musical. A Karin Viard por ese retrato de editora emocionalmente inestable que se deja seducir en Les Ambitieux. A Eric Rohmer por su historia shakesperiana de ninfas y un enamorado andrógino encarnado en un bellísimo Céladon.
Gracias a Doris Dörrie y sus orientales Flores del Cerezo, a Nuri Bilge Ceylan y a Anton Corbijn por sus bellas y catastróficas obras: Tres Monos y Control.
Gracias a Fernando Eimbcke y Alexis Zabé por esa joya visual que es Lake Tahoe. A Rodrigo Plá por ilustrar de dos distintas maneras la impulsiva ceguera social mexicana en La Zona y Desierto Adentro. A Rubén Imaz por su inesperada Familia Tortuga, que vale para una auténtica reflexión, con una actuación destacable de José Ángel Bichir. A Julián Hernández por hacernos ansiar Rabioso Sol, Rabioso Cielo tras ver Bramadero. A Ernesto Contreras por esa brillante sutileza mostrada en Párpados Azules.
Gracias a los quienes se lanzaron a realizar musicales, un género siempre complejo que a pocos complace. A Tim Burton, por su oscuramente hermosa Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street. A Julie Walters, Christine Baranski y Meryl Streep por hacer de Mamma Mia! el bodrío más divertido del año. Gracias a Kenny Ortega por dejarnos disfrutar en pantalla grande de un High School Musical, a pesar de todo. Gracias al francés Alex Beaupain por sus melodías y letras en Les Chansons d'Amour, que permanecen, tan melancólicas.
Gracias a esos compositores que produjeron orgasmos musicales. A Jonny Greenwood por su siniestra banda sonora en There Will Be Blood. A James Newton Howard y Hanz Zimmer por los estruendos orquestados que diseñaron para The Dark Knight. A Thomas Newman, sin cuya música, Wall•E no hubiera sido lo mismo. A Dario Marianelli por la fascinante partitura que escribió para Atonement.
Gracias a Baz Luhrmann por arriesgarse tanto – demasiado – y transportarnos, entre géneros cinematográficos, a través de una Australia que bien recuerda lo mismo a un documental de National Geographic que al drama épico Lo Que el Viento Se Llevó. Gracias a Ang Lee por ese thriller erótico que es Lust, Caution, interpretado por un elenco impecable. Gracias a Wong Kar Wai por dejar aflorar al romanticismo tras esa larga travesía filmada en My Blueberry Nights.
Gracias a Julian Schnabel por recordarnos que la imaginación y la memoria son dos medios para eludir nuestra escafandra y tal vez convertirnos en mariposa.
4 comentarios:
Para mi este fue un gran año y las contendiente al oscar estan mucho mejeros que el año pasado que solo salvaban There Will Be Blood y Atonement, las demas todo un asco.
Te invito a pasar a mi blog para que leas mi analisis detallado de las interpretaciones del Globo de Oro y conocer tu opinión.
Saludos!
GRACIAS A STREEP, BARANSKI Y WALTERS POR HACER EL BODRIO MAS DIVERTIDO DEL AÑO? JAHJAHJAHA COMO ME REI... TIENES RAZON SIN ELLAS QUE ASCO DE PELÍCULAS =)
SALUDOS ED!
Después de ver "Bramadero" me dieron ganas de coger hasta al vendedor de tiketes del cine.
Por cierto, "Tres Monos" no es opera prima...
No sé, no hago mucho listas, ya hay demasiadas. Bueno, un colega insistió que yo viera "In Bruges" y la neta le voy a dar una lista de nalgadas (lo siento, es que me has hecho recordar Bramadero y me has puesto de un humor...).
My Blueberry Nights, una de las pelis más infravaloradas de la historia, qué se le va a hacer.
Creo que "Adoration" es la que más me ha gustado. Igual y tengo que meditarlo, te respondo muy a la carrera.
Eddney
Gracias por las muchas coincidencias.
Abrazos
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