Está de más decir que este post tiene como verdadero fondo la polémica relacionada con el cortometraje que posteamos en este blog hace unos días.
La protección de la propiedad intelectual básicamente existe por tres razones. Uno: para fomentar la creatividad. Dos: para reconocer el esfuerzo o la autoría de alguien que es creador de una obra intelectual. Tres: para impedir que alguien se atribuya o utilice una obra que ya es propiedad de alguien más. Si analizamos semánticamente las dos palabras que componen al término "propiedad intelectual", está bastante claro que éste implica una posesión o un valor
En este mundo en el que las obras del intelecto brotan al por mayor y en el que cada uno de es defensor de sus propias creaciones, la propiedad intelectual se ha protegido a través de figuras legales como las marcas, las patentes, los derechos de autor, los diseños industriales o las denominaciones de origen. De esta manera se han protegido tanto obras literarias como invenciones, métodos, modelos, nombres, slogans, formulaciones químicas, secretos industriales, software, variedades vegetales e incluso secuencias de ADN.
Toda creación de la mente
Pero todo este asunto nos ha sumergido en un universo de infracciones potenciales alrededor de las posesiones intelectuales. Ejemplos: el plagio, la falsificación o la piratería. El caso de los derechos de autor – que protegen por igual a una foto, una canción, una película, un libro, etc. – es particularmente interesante porque ha sido increíblemente vulnerable ante las tecnologías de la información. La red está totalmente infestada de copias no autorizadas de videos, imágenes, textos, archivos...
Para mí, la polémica sobre el cortometraje "Historia de un Letrero" debe servir para promover la reflexión sobre eso de lo que ya escribí: la propiedad intelectual. El plagio, básicamente implica la copia ilegítima de una obra protegida por los derechos de autor o la falsa atribución de la autoría de una obra. Curiosamente, algo que inmediatamente me vino a la mente al ver ese cortometraje fue: "¿habrá pedido Alfonso Álvarez Barreda autorización para incluir en su cortometraje una copia de una ejecución de la música compuesta por Luis Enriquez Bacalov?", y también: "¿por qué el director no incluyó a Luis Enriquez Bacalov ni a los ejecutantes de la música en los créditos de su cortometraje?"
El problema, en el fondo, es más complejo de lo que parece.
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