Situado en el estado norteamericano de Nevada, en la frontera con California, el lago Tahoe es un remanso de paz que culmina a 1,894 metros de altitud. Como pequeña anécdota, y para los telespectadores de más de 40 años, podemos recordar que la serie de TV Bonanza fue grabada en ese lugar. La relación con la cinta Lake Tahoe se mantiene, sin embargo. El segundo largometraje de Fernando Eimbcke es una ficción mexicana en la que nunca vemos el lago Tahoe, excepto al final, de manera fugaz, sobre una calcomanía, lo cual ofrece una idea de la sutilidad narrativa del realizador y su sentido de las figuras retóricas.
Todo comienza una mañana soleada, en una zona portuaria indeterminada y extrañamente abandonada. Ahí, en medio de ninguna parte, un adolescente camina. Un plano de automóvil encastrado en un poste, en donde la ausencia de toda circulación lo hace casi incongruente, nos hace adivinar que el joven es el autor del accidente y que está ahí en busca de un taller.
Mala noticia para el espectador impaciente: esta búsqueda durará un día y parecerá durante un largo tiempo el único argumento narrativo del filme, como si fuese un gag estirado. Buena noticia para el espectador temperado: el objetivo de Lake Tahoe, descubierto por pequeños toques de tensión, se revela diferentemente.
Pero la espera lo es todo, menos aburrida. Primero porque el ir y venir del joven descubre un universo, personajes y secuencias discretamente desfasadas, como si un Jim Jarmusch hubiese cruzado en Río Grande. Casas de belleza decrépita, gastadas por el viento marino y la ruina económica; calles y caminos desiertos en un mundo que parece adormecido y a la deriva. También aparece un viejo garajista gruñón que se preocupa, sobre todo, de no desplazarse; una bella punketa más atenta a su apariencia que a su chamaco; un joven mecánico vuelto loco por el kung-fu. Todos más proclives a hacer entrar a Juan, nuestro héroe listo a sucumbir, en la locura dulce y laboriosa de sus existencias, en lugar de proveerle la pieza que le permitirá reparar su automóvil.
Enseguida, está la evidente belleza plástica del filme. Rodado en planos fijos generales, perfectamente encuadrado y montado, empleando inteligentemente el poder sugestivo del fuera de ángulo, escandido por cortes en negro como los de una instantánea fotográfica, Lake Tahoe impregna la mirada y estimula la imaginación. Uno se pregunta por qué, mientras que Juan regresa brevemente a su hogar, escondiendo su crimen atroz, su madre, encerrada en el baño, no le responde. Por qué su hermano menor juega solo en el patio de la casa. Por qué su padre, aquél a quien a tomado el carro prestado, está ausente de esta historia.
La cinta culmina con una revelación que sería torpe de desvelar. No hay, de hecho, ni claves ni misterios. Sólo mucho pudor y delicadeza para evocar la vida como un juego de pistas que uno debe tomar prestado para crecer, bajo el riego de darnos cuenta, algún día, de que se trata de un juego de pistas falsas, de un viaje que se detiene en el camino.
Como esa vieja calcomanía del lago Tahoe pegada en el vidrio del carro, la cual da Juan a su pequeño hermano para su álbum, explicándole que la familia había tenido la intención de dirigirse a ese lugar antes de anular finalmente el viaje. Lake Tahoe es un tierno memento mori y al mismo tiempo una conmovedora novela de educación.
Fernando Eimbcke en Berlinale 2008
7 comentarios:
Excelente cinta, lo digo y lo sostengo... bueno, pero ya ves que me gusta ese tipo de narrativas.
Desafortunadamente a ver para cuando se estrena. Mis apuestas es que la lanzan en el festival de Morelia, igual que paso con Temporada de Patos, aunque no creo que salga con mas de 30 copias... ojala y me equivoque.
¡Saludos!
Que me he brincdo todo tu post.
La quiero completita y para mi solito antes que nada.
Asi de egoista, luego te cuento.
La vi en Febrero y me emocioné: ese lugar indeterminado que mencionas es Progreso, uno de mis refugios favoritos de mi época de estudiante, donde la arena baila bajo mis pies, donde he sido feliz e infeliz, donde tuve una histórica y virginal borrachera.
Pero Eimbcke, me ha aburrido un poquito.
(no iba a importarme tanto, hasta que al salir del Palast escuché a algunos paisanos snobs hablando de snobeces que me ignoraron snob-mente...)
PS - si quieres podríamos vernos en Progreso la próxima vez que esté por ahí!
De las mexicanas que he visto en este 2008, es la mejor. Y dos descubrimientos mas con mucho potencial en la actuacion: Daniela Valentine y Juan Carlos Lara.
Excelente reseña.
Acá en el norte no tenemos ninguna esperanza de verla pronto. :(
Saludos.
muy de acuerdo.
lake tahoe es una peliculita impecable.
el único "pero" que yo soltaría al aire, sería aquél correspondiente a los extendidos planos negros sumados a la brevísima duración del filme. me dejan la ínfima sensación de que "no alcanzaba"...
No manches, Edd... tache para ti.
JEJEJE...
A mí, me encantó. Como dice Carlos, de las cintas mexianas de este año, la mejor... junto con Los Ladrones Viejos, claro.
Mejor que Temporada de Patos, sí. Aunque, claro, uno se tiene que hacer a la idea de que no va a ver nada hollywoodesco...
Auch.
Sorry about that...
:P
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